miércoles, 18 de abril de 2012

EL CAMBIO CLIMÁTICO AFECTA A LAS ABEJAS

El cambio climático está alterando el régimen de lluvias y elevando las temperaturas, lo que, en un territorio como el nuestro, se traduce en menos disponibilidad de alimentos para las abejas y períodos de carencia más largos. La Península Ibérica está padeciendo los años más calurosos desde que existe registro de temperaturas.
Este invierno en el norte de España ha sido muy seco, tres meses sin caer gota de agua, con unas heladas muy fuertes; lo que ha provocado que no existiera floración en el mes de febrero y marzo. Esta falta de polen  ha provocado  una mortandad de las colmenas que en algunos lugares ha llegado al 80%, por lo que la cosecha de miel del año 2012 será muy escasa.


 Años meteorológicamente malos como el actual, provoca el consiguiente estrés nutricional en las colmenas que lleva  a su muerte por no poder alimentar las crías con polen.

La pérdida de población en las colmenas por estrés nutricional no es un hecho nuevo en apicultura. Josef Rivas, en su libro “Antorcha de colmeneros”, editado en Madrid en 1807 ya habla de la mortandad de colmenas por falta de polen. En Australia ha habido problemas semejantes a finales de los años 70 (Kleinschmidt y Kondos, 1979). Y en Estados Unidos, en California, en 1987-1988, y en Florida, en 1985-1990. Para estas zonas Sanford (1990) cita el denominado “estrés de decadencia acelerada, SAD = Stress Accelerated Decline”.
La falta de polen provoca que no haya cría. La inmensa mayoría de las colmenas afectadas por el Síndrome de Despoblamiento de Colmenas (SDC) o CCD (Colony Collapse Disorder) que hemos revisado entre 2004 y 2007 no tenían reservas de polen. La primavera del 2004 fue muy lluviosa, y las colmenas, aunque comieron y criaron bien, consumían los días de lluvia lo que entraban los días soleados. Acabaron la primavera con abejas pero sin reservas. Luego el verano llegó de repente, con fuertes temperaturas y una larga sequía. No hubo otoñada. La vida de las abejas oscila entre algo más de un mes en épocas de floración y unos 3 o 4 meses en la época sin floración. Si no hay renovación de la población de las colonias en la otoñada éstas  entran en invierno con abeja vieja, incapaz de sobrevivir todo el invierno hasta la siguiente época de floración, y de cría, que rejuvenezca su población.
Algunas pocas colmenas afectadas por el SDC tenían algo de polen, pero identificado microscópicamente resultó ser de girasol (Helianthus annuus) o de compuestas (cardillo ovejero, uvero, Carlina spp). No todos los pólenes tienen el mismo valor dietético. Schmidt (1987), en Arizona, midiendo la supervivencia de las abejas alimentadas con diferentes pólenes, en condiciones de laboratorio, estimó con el polen de compuestas una mortandad del 75% de las abejas entre los 6,4 y 22,1 días de media (según con qué compuesta: alcachofa, cardo, chilca, diente de león); mientras que las alimentadas con mezclas de pólenes llegaron al 75% de mortandad entre los 48,6 y los 53,5 días, de media. Más recientemente Somerville (2001) analizando contenido en lípidos (grasa) de los pólenes del SE de Australia encontró variaciones desde el 0% en algún eucalipto hasta el 5,8-7,1% de media en crucíferas (jaramagos, mostacillas, rabanillos…).
La falta de polen o su mala calidad alimentaria para las abejas también hace que estas estén bajas de vitaminas, proteínas y grasas. Paes de Oliveira y Da Cruz (2003) observan que la mayor parte de la reserva de estas sustancias las adquieren las abejas en su fase larvaria, y las acumulan en unas células especiales, los trofocitos que forman el tejido graso. Una alimentación deficitaria en polen (o en la calidad de éste) en la fase de cría significaría, pues, menos oportunidades de supervivencia para esas abejas, sobre todo si las condiciones alimenticias posteriores no mejoran. Cuando las larvas se convierten en abejas también hay acumulación de esos nutrientes en esas células, bien absorbidos en la digestión o bien fabricados por los trofocitos con fragmentos de otras sustancias.
Cuando las abejas no consumen proteínas (polen), su cuerpo intentará sacarlas de donde sea, y una fuente de ellas, como está demostrado para otros seres vivos, son sus tejidos menos importantes que tengan esos compuestos: primero los músculos, luego el tejido digestivo, que tienen capacidad regenerativa
En las colonias SDC se han detectado abejas más pequeñas de lo normal (pérdida de tejido muscular) y daños en el tejido digestivo, similares a los provocados por ataque de Nosema sp
Fuente: http://www.abejasdavila.com/Sindrome.pdf

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